Siguen saliendo a la luz noticias sobre daños sufridos por monumentos históricos en Uzbekistán. A pesar de los esfuerzos de las autoridades centrales para proteger su patrimonio, la destrucción y demolición de edificios históricos siguen sucediéndose en el país. Las últimas víctimas son el palacio Tash Hovli de Jiva y el yacimiento de Alejandría de Oxiana.
Daños al Patrimonio de la Humanidad
El 10 de diciembre, el Ministerio de Cultura de Uzbekistán informó de los desperfectos provocados al palacio Tash Hovli después de que las redes sociales se hiciesen eco del incidente. Tal y como reconocen las autoridades, una parte del muro oriental del complejo palaciego del siglo XIX fue demolido ilegalmente el 8 de diciembre por un contratista del Museo-Reserva del Ichán Kala (ver la imagen de portada, del canal de Telegram Восток и вокруг). Según las autoridades, toda restauración en el Ichán Kala, donde se sitúa el palacio, tiene que ser llevada a cabo “acorde con las conclusiones del comité experto del Departamento [de Patrimonio Cultural]” y junto a la UNESCO, ya que el lugar es Patrimonio de la Humanidad.
De momento, las autoridades han suspendido toda obra en el palacio y las fuerzas del orden está investigando la infracción.


El palacio Tash Hovli fue construido entre 1832 y 1838 bajo las órdenes del entonces Jan de Jiva Alá Kuli Jan (r. 1826-42) y es una de las principales atracciones turísticas de la ciudad. Compuesto de tres patios, un laberinto de pasillos y un harén, el edificio fue restaurado en 1997 con motivo del 2.500 aniversario de Jiva.
Destrozando el legado de Alejandro Magno
Un día después de que el Ministro de Cultura se pronunciase sobre los desperfectos del Tash Hovli, Nur.uz informaba sobre un incidente similar, esta vez en el asentamiento de Kampyr Tepe. Citando al arqueólogo Edward Rtveladze, un muro recientemente restaurado ha sido destruido. De 50 metros de longitud y 3 de altura, incluyendo antiguas torres de vigilancia, la estructura fue renovada durante un década por Rtveladze. Las obras fueron financiadas por la Agencia de Cooperación Internacional de Japón y por la embajada de Estados Unidos en Uzbekistán.
“Alguien lo hizo a propósito, a lo mejor más de uno. No soy un detective, mi trabajo no es encontrar a los culpables. Pero supongo que querrán que encuentre dinero para otra restauración. Me sorprende el comportamiento salvaje de nuestra gente para con su patrimonio cultural”, dijo Rtveladze. El arqueólogo añadió que ya el año pasado destruyeron una calle de la fortaleza, que fue restaurada posteriormente, pero que no se había hecho público.


En un primer momento, el Ministerio de Cultura dijo que el colapso se debió a las lluvias que cayeron en noviembre. Sin embargo, según Rtveladze, el muro estaba en buen estado entonces y la destrucción fue hecha adrede, y no fue el resultado del tiempo o los terremotos. A consecuencia de ello, el Departamento de Patrimonio Cultural ha acudido a la fiscalía para que se investigue el incidente.

Se cree que Kampyr Tepe, en la provincia meridional de Surjandarín, es Alejandría de Oxiana, título disputado por Ai Janum en Afganistán. El asentamiento, compuesto de una fortificación de estilo helenístico, una zona residencial, suburbios y un puerto, habría sido fundado por Alejandro Magno durante sus campañas en Asia Central y alcanzó su máximo esplendor durante el Imperio kushán. Kampyr Tepe fue descubierto en 1972 por el propio Rtveladze y durante las excavaciones se han encontrado restos macedonios, greco-bactrianos y kushanos.
Un problema constante
Las de Tash Hovli y Kampyr Tepe no son las únicas estructuras que se han visto afectadas este año. Según informaba Bruce Pannier el mes pasado, un yacimiento arqueológico de los siglos V y VI en la región de Kashkadar está siendo destruido para producir ladrillos. El problema no afecta solamente a restos con siglos de antigüedad, sino también a edificios de época zarista en el capital, Tashkent.
Las autoridades uzbekas, a nivel central, parece estar intentado prevenir que ocurran estos incidentes. Lejos quedan los días de atentados contra el patrimonio por iniciativa del presidente, como la destrucción del casco histórico de Shahrisabz por parte del presidente anterior, Islam Karimov.
La mayor parte de los desperfectos causados al patrimonio histórico del país tiene lugar bajo los auspicios de las autoridades locales. El método de “hacer, y luego preguntar” puede llevarse a cabo debido a la falta de supervisión y de responsabilidad. Mientras que aquellos responsables, ya sean funcionarios o del sector privado, no rindan cuentas, el problema persistirá. La ley ha de ser aplicada, con sus correspondientes multas y penas, a aquellos responsables. Solamente entonces, aquellos que, a propósito o no, dañan el patrimonio de Uzbekistán se lo pensarán dos veces antes de actuar. La responsabilidad recae en última instancia en el gobierno uzbeko.
En un momento en el cual Uzbekistán se está abriendo al mundo y quiere aprovechar su potencial turístico, las autoridades deben saber lo importante que es preservar la Historia. Esto también incluye evitar restauraciones ‘chapuceras’. En el largo plazo, el sector turístico del país, y como consecuencia su economía y prestigio, se beneficiara de la protección de sus joyas históricas.
Si el incentivo financiero no es suficiente, las autoridades también tienen el deber moral de conservar su patrimonio histórico para las nuevas generaciones. Los más jóvenes y los que están por venir también deberían poder maravillarse con el rico y único legado cultural de Uzbekistán, ya sea un asentamiento helenístico, un montículo sogdiano, un palacio o un bloque de pisos de época zarista. No se puede progresar sin cuidar del pasado. Cuánto antes lo entiendan, mejor para todos.