Una nueva versión del abecedario kazajo usando caracteres latinos será el cuarto intento para abandonar el cirílico. Se trata de un tema en el que las autoridades llevan décadas insistiendo pero en el que no han tenido éxito. ¿Será esta la versión definitiva?
El 28 de enero, la comisión encargada de traducir el alfabeto kazajo al latino presentó sus resultados al Primer Ministro Askar Mamin. El nuevo abecedario presentado por los expertos está compuesto de 31 letras y signos diacrítricos. Se trata del quinto sistema de escritura latino que los kazajos han visto en menos de un siglo, el cuarto desde la independencia del país.

“La versión mejorada del alfabeto dará un nuevo ímpetu al desarrollo del idioma kazajo y contribuirá a su modernización. Ahora será necesario llevar a cabo un trabajo preparativo para la transición gradual al abecedario latino”, declaró el Primer Ministro. Sin embargo, no se trata de la primera vez que un político kazajo hace un discurso de este tipo.
El kazajo se escribe en la actualidad con letras cirílicas, una de las principales herencias que la Unión Soviética dejó al país. Antes de la URSS, el idioma llevaba siglos escribiéndose con caracteres arábigos. En una iniciativa que también tuvo lugar en las otras repúblicas centroasiáticas, en 1929 se pasó a un sistema de escritura latino antes de adoptar el cirílico en 1940.
Tras la independencia, las repúblicas de Asia Central comenzaron a poner en duda el abecedario cirílico. Por un lado, no era del todo útil para las lenguas túrquicas. Por otro, y tal vez más importante, se trataba de afianzar una nueva identidad nacional. Turkmenistán se convirtió en el primer, y hasta ahora único, país en abandonar el cirílico por el latino. Uzbekistán lleva tiempo en ello y en la actualidad conviven ambos sistemas. En Kazajstán, un país con un número importante de rusohablantes, no fue hasta 2006 que se empezó a barajar la idea del cambio.

Tal y como apunta Catherine Putz en The Diplomat, allá por el 2006, Nursultan Nazarbáyev mencionó por primera vez la necesidad de dejar a un lado el cirílico. Sin embargo, no fue hasta el 2017 que se introdujo por primera vez un nuevo alfabeto latino, con gran presencia de apostrofes. Esta versión fue duramente criticada por los expertos y por ello fue sustituida por otra presentada en el 2018. Este alfabeto también fracasó y otro vio la luz en el 2019. Por lo tanto, el abecedario propuesto en el 2021 representa un cuarto intento.
Del mismo modo, los planes del gobierno han ido variando. En el 2012 se propuso el 2025 como fecha límite para la transición. Esto cambió al 2035 en 2019. Ahora, estamos ante el 2031 como año en el cual Kazajstán deberá usar el nuevo sistema.
¿Será la quinta versión del alfabeto latino la definitiva? Si nos basamos en la experiencia previa, es difícil afirmarlo. Dejando a un lado los debates lingüísticos, persisten los mismos problemas que afectaron a las otras versiones.
Los vaivenes constantes afectan a la credibilidad del nuevo abecedario. ¿Por qué va a esforzarse la sociedad en aprender unos caracteres nuevos si probablemente cambiarán al poco tiempo? Además, es difícil cambiar de hábitos. Hacer que una población diversa como la de Kazajstán, donde muchos no tienen el kazajo como su lengua materna, aprenda un nuevo sistema de escritura es un desafío. Merece la pena destacar que Kazajstán sigue teniendo una importante población de origen ruso y ucraniano, que representan al 23% de los 19 millones de habitantes del país. Mientras que las nuevas generaciones pueden que estén más abiertas al cambio, dado que el alfabeto comparte características con el de otros idiomas como el inglés, la población de más edad es reticente.
Escribiendo sobre el fallido alfabeto del 2018, Diana Kudaibergenova defendió que “dirige la atención de manera inevitable a la herencia de la Unión Soviética, problemas de identidad socio y culturo-lingúistica, y a las políticas fallidas para promocionar el kazajo de una forma original y divertida en vez de imponerlo en un medio complejo de rusohablantes”. Tras años y dos abecedarios más tardes y el país sigue con los mismos problemas.
Luego está el impacto económico de cambiar el sistema de escritura. En 2007 un estudio puso el coste por debajo de los 1.000$ millones, mientras que en el 2018 el gobierno estimó que las arcas públicas gastarían 664$ millones a lo largo de siete años. Pero el coste en el sector privado es otra historia.
Finalmente, hay dudas sobre la intención política detrás del cambio de sistema. Una cosa son las declaraciones y discursos y otra es tener un plan realista. Para que la transición tenga lugar, las autoridades deben de estar comprometidas con la iniciativa. De momento, los nuevos abecedarios han recibido la atención de medios nacionales e internacionales pero no han podido superar los obstáculos mencionados más arriba. Puede que los caracteres hayan cambiado, los apostrofes añadidos o borrados, pero no han estado acompañados de cambios a nivel político.
¿Es un nuevo alfabeto una prioridad real para Kazajstán? Con el impacto económico de la pandemia, la transición de poder a medio hacer y la agitación política de algunos sectores de la población, es difícil imaginar que la discusión interminable sobre el abecedario sea lo más importante para el gobierno. Hasta que no sea así, el nuevo sistema de escritura seguirá en el limbo.