El 29 de abril la cámara baja tayika, la Asamblea de Representantes, aprobó una ley que prohibía los apellidos y patronímicos rusificados para los recién nacidos. Esto puede interpretarse como un giro nacionalista pero lo que es más importante es la involucración de las autoridades tayikas en las vidas de los ciudadanos, dictando que apellidos deben llevar sus hijos.
Según la ley, los padres de etnia tayika que tienen apellidos acabados en “ov” o “ova” y “ev” o “eva”, un vestigio de la influencia rusa durante los tiempos de la Unión Soviética, no podrán inscribir a sus hijos con sus apellidos. En vez de eso, tendrán que cambiar los sufijos rusos por tayikos, como “i,” “zod,” “zoda,” “iyon,” “far,” “dukht,” o “pur”. Lo mismo afecta a los patronímicos terminados en “ovich” o “ovna” y “ev” o “evna.”
La ley debe de ser aprobada ahora por la cámara alta o senado, y luego ser firmada por el presidente Rahmon. Aquellos que ya tengan apellidos rusificados no deberán cambiarlos ya que solo afecta a las nuevas inscripciones. Del mismo modo, las minorías no-tayikas están exentas.
Esta no es la primera vez que las autoridades tayikas interfieren con los nombres de sus ciudadanos. Ya en el 2016 se prohibieron nombres “foráneos a la cultura nacional de los tayikos”, lo que acabó en una lista aprobada de 4.000 nombres tayikos entre los que los padres deben elegir.
Los nombres, al igual que los idiomas, juegan un papel importante en la construcción de una narrativa e identidad nacional. Tayikistan no es una excepción. El cambio de topónimos lleva siglos teniendo lugar en Asia Central, y eso también ha ocurrido en Tayikistán con un énfasis especial después de la independencia para librarse de las influencias rusa y soviética. Lo mismo se puede decir de los nombres. El propio presidente se cambió su nombre rusificado en 2007, pasando de ser Imomali Sharipovich Rakhmonov a Emomali Rahmon.
No hay nada malo en fomentar el uso de nombres y apellido tayikos, al contrario. El problema aparece cuando se hace con tonos nacionalistas y es impuesto por el estado. A los tayikos se les debería ordenar como deben acabar los apellidos de sus hijos o como deben de ser llamados; deberían ser libres de escoger. Esta nueva ley es otro ejemplo más del creciente autoritarismo e intervencionismo de las autoridades tayikas en la vida de sus ciudadanos.
Con el coronavirus finalmente reconocido en el país, con una economía que no levanta cabeza y sin libertades, cómo apellidar a los hijos no es el mayor problema al que hacen frente estos días los tayikos. No obstante, es otro ejemplo más de las prácticas del régimen para construir una nación hecha a medida de las preferencias y puntos de vista de Rahmon. Las naciones no pertenecen a sus líderes sino a sus ciudadanos.