Alternativas nuevas, y no tan nuevas, para el gas turcomano

En los últimos meses han surgido varias posibles rutas de exportación para el gas turcomano. Buenas noticias, hasta cierto punto, para un país dependiente de este recurso energético y que está atravesando una preocupante crisis económica. Sin embargo, existen dudas sobre la viabilidad de algunas de estas alternativas.

Teniendo las cuartas mayores reservas de gas natural del mundo, el problema no es si Turkmenistán produce el suficiente gas, sino si puede exportarlo. Durante años, el país ha tenido a China prácticamente como su único cliente, con Pekín siendo el destinatario del 86% de las exportaciones de gas turcomano en el 2020. Esto representa 27,2 de miles de millones de metros cúbicos (bcm) de los 31,6 que Turkmenistán exportó el año pasado. Rusia (12%), Kazajstán y otros países de la CEI (2%) completan las ventas. Nuevos mercados ayudarían a Turkmenistán no sólo a diversificar su cartera de clientes sino, lo que es más importante, también a llenar sus arcas.

TAPI, el cuento de nunca acabar

Si hay un proyecto que se menciona repetidamente cuando se trata del gas turcomano, ese es TAPI. El objetivo de construir un gaseoducto que conecte Turkmenistán, Afganistán, Pakistán y la India (de ahí su nombre), lleva en el candelero desde los años 90 del siglo pasado. Ahora ciertas esperanzas en Asjabad de que, con el cambio de régimen en Kabul, el proyecto pueda convertirse en una realidad. La seguridad, uno de los principales obstáculos para TAPI, puede lograrse. La financiación, la otra gran incógnita, es un tema aparte.

La construcción de TAPI permitiría, en el mejor de los casos, que Turkmenistán exportase 33 bcm de gas natural. Esto doblaría la cantidad del recurso que el país vende en la actualidad. Sin embargo, siendo realistas, el precio de TAPI ronda los 16.000$ millones, aunque se estima que pueda alcanzar los 40.000$ millones. Nadie está dispuesto a invertir tanto.

No obstante, existe una alternativa más barata. Tal y como apunta Steve Mann, antiguo embajador estadounidense en Turkmenistan, en The Atlantic Council, una versión reducida del gaseoducto podría ser viable. Llamado TAPI Potemkin por el autor, esta infraestructura llevaría gas turcomano a la ciudad afgana de Herat, a unos 130 kilómetros de la frontera. Sin embargo, este gaseoducto sería más una victoria propagandística que real en términos económicos.

Según Mann, “es cuestionable que Herat tenga la infraestructura gasística para usar el gas”. Y luego está el tema del pago, en un momento en el cual las nuevas autoridades afganas no pueden pagar a sus vecinos de Asia Central por la electricidad que importan de ellos. En el mejor de los casos, Turkmenistán podría exportar algo de gas a Afganistán occidental, aunque las cantidades serían insuficientes para que Asjabad cuadrase las cuentas.

La aspiración europea

Sí existe una región que tendría el dinero para pagar por el gas turcomano. Con los precios de la energía disparados, y Rusia y Argelia usando el gas como un arma política, Turkmenistán podría erigirse como una alternativa para Europa.

Tal y como escribe Bruce Pannier, gran parte de la infraestructura necesaria ya está construida. El Gaseoducto Transanatoliano (TANAP) fue terminado en el 2018, puede llevar gas de Azerbaiyán a Europa y su capacidad podría ser aumentada a los 60 bcm anuales. Luego está el Gaseoducto Trans Adriático (TAP), construido en el 2020 y que enlaza con el TANAP para llevar gas a Grecia, Albania e Italia. Pero Azerbaiyán no produce el gas suficiente para satisfacer la demanda europea. Turkmenistán sí podría.

Para que el gas turcomano llegase a Europa, debería construirse el Gaseoducto Trans Caspio (TCP). El coste estimado de dicha infraestructura oscila entre los 5.000$ y los 8.000$ millones. Un precio bastante inferior a TAPI y que permitiría el transporte de unos 30 bcm anuales. Sin embargo, una alternativa low cost fue presentada recientemente por otro antiguo embajador de EE.UU. en Turkmenistán, Allan Mustard. Ésta podría llevar entre 10 y 12 bcm a través del Caspio por unos 800$ millones.

¿Por qué no se está construyendo el TCP o algo parecido entonces? La respuesta está en Moscú y Teherán. Rusos e iraníes han aducido razones medioambientales en el Caspio para evitar su construcción, pero no se trata más que de una excusa para evitar que surja un competidor en el mercado energético internacional. Si Turkmenistán suministrase gas a Europa, Rusia, perdería gran parte de su poder de influencia en el Viejo Continente. Sus amenazas relativas al gas no tendrían el mismo impacto en una Europa que podría importar parte de la energía de Turkmenistán. Mientras que para TAPI el principal obstáculo es financiero, para el TCP y sus variantes es político.

Vender de nuevo a Irán

En vez de buscar nuevos clientes, sería más fácil para Turkmenistán exportar a antiguos socios. Irán empezó a comprar gas turcomano a finales de los 90, pero dejó de hacerlo en el 2017 cuando Turkmenistán cortó el suministro acusando a Teherán de no haber pagado facturas por valor de 1.800$ millones. Eso dejó entonces a China como el único cliente para Asjabad. Ahora las cosas están cambiando.

Las relaciones entre turcomanos e iraníes llevan meses mejorando. En septiembre, los presidentes de ambos países se reunieron en Dusambé durante la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái. Un mes más tarde, durante la visita del ministro de Exteriores turcomano a Teherán, el Ministro del Petróleo iraní dijo que su país estaba interesado en retomar las importaciones de gas y que “la deuda con la parte turcomana sería saldada, sin duda.”

En la actualidad existen dos gaseoductos entre ambos países con una capacidad conjunta de 20 bcm. Alcanzar dicha cifra es prácticamente imposible. Pero llegar incluso a algo por debajo de los 10,2 bcm del 2011 sería algo positivo para Turkmenistán. Puede que no recibiesen dinero por todo ello, ya que en el pasado se usó el trueque, pero ambos países saldrían ganando.

Alternativas en Asia Central

Turkmenistán es un país con una importante riqueza energética, pero no todos los países de Asia Central disfrutan de ese privilegio. Kirguistán es un ejemplo de ello. Su dependencia de la central hidroeléctrica de Toktogul, así como la sequía y el creciente precio del carbón, han obligado a Biskek a buscar alternativas más allá de sus fronteras.

El presidente kirguizo Sadyr Japárov hizo una visita oficial a Turkmenistán a finales de junio. El objetivo principal del viaje fue tratar con su homólogo turcomano sobre la posibilidad de que Asjabad suministrase gas y electricidad a Kirguistán. Días más tarde, los ministros de Exteriores de ambos países mantuvieron una conversación al respecto. Recientemente, a principios de noviembre, pudo verse el fruto de esta trabajo cuando el Presidente del Gabinete de Ministros (título oficial del primer ministro) de Kirguistán confirmó que se están produciendo negociaciones para la compra de gas turcomano. Pero no existe un gaseoducto que conecte a ambos países.

“No tenemos gaseoductos con Turkmenistan, pero podemos obtener el gas desde Uzbekistán y Kazajstán, ya que ellos sí tienen [gaseoductos con Turkmenistán]”, dijo en verano un alto funcionario del ministerio de Energía e Industria kirguizo. Uzbekistán parece ser el país elegido para desempeñar la función de intermediario, importando gas turcomano y exportando el suyo propio a Kirguistán. Este tema fue tratado la semana pasada en una reunión entre los primeros ministros de ambos países.

Todavía se desconoce cuánto gas Kirguistán estaría dispuestos a importar de Turkmenistán. No parece ser que la cantidad sea significativa en términos globales pero, una vez más, a estas alturas, cualquiera sería buena para Asjabad. Otro beneficio que dicho acuerdo propiciaría sería una mayor cooperación regional, algo siempre positivo en Asia Central.

Uzbekistán también podría importar gas turcomano para consumo propio. A pesar de producir gas, y exportar parte del mismo, los uzbekos han tenido que hacer frente a falta de gas en el pasado. La situación fue crítica en diciembre del 2020, llevando al presidente uzbeko a detener las exportaciones de gas para que se pudiese abastecer al mercado nacional. Teniendo en cuenta lo sucedido el año pasado, un alto funcionario del ministerio de Energía dijo recientemente que “en el caso de un invierno excepcionalmente frío y de falta de recursos, podríamos comprar gas al extranjero”.

Turkmenistán sería la alternativa más razonable para proveer a Uzbekistan de gas. La infraestructura ya existe y es usada en la actualidad para llevar gas turcomano a Rusia y China, a través de sendos sistemas gasísticos. Además, las relaciones entre Uzbekistán y Turkmenistán han mejorado considerablemente en los últimos años. Puede que el tema fuese tratado durante la reciente visita del presidente turcomano a Tashkent. Si Uzbekistán termina importando gas turcomano este invierno, el acuerdo sería temporal y la cantidad modesta. Pero mostraría a Asjabad que existen otros mercados a los que vender gas, y algunos podrían estar más cerca de lo que pensaban.

Sin milagros

Abrir nuevos mercados y aumentar las exportaciones de gas no es algo que pueda lograrse de la noche a la mañana; se necesita una estrategia a largo plazo que Turkmenistán no tiene. Asjabad no encontrará de manera milagrosa un mercado para su gas que necesite poca o nula inversión, al que pueda exportar rápidamente y que esté dispuesto a absorber grandes cantidades de gas. Sin embargo, existen alternativas que podrían ayudar a Turkmenistán, hasta cierto punto, a diversificar sus exportaciones.

TAPI y cualquier forma del TCP serían las más importantes, pero también las más difíciles de llevar a cabo. Irán y los mercados de Asia Central son más viables, pero modestas en términos de volúmenes.

Turkmenistán continúa ligada a Pekín e incapaz de alcanzar su potencial como productor de gas natural. Es difícil ver como esto puede cambiar a corto plazo. Sin embargo, Asjabad está en una mejor situación ahora que hace un año. El cambio de régimen en Afganistán ha renovado el interés en la quimera de TAPI, Europa necesita alternativas energéticas a Rusia mientras suben los precios, las relaciones con Irán están mejorando y las exportaciones podrían retomarse pronto, y Asia Central podría convertirse en un nuevo mercado. Algunos de estos proyectos nunca verán la luz, pero al menos parece que ahora Turkmenistán tiene más opciones, algo de lo que carecía hasta hace muy poco.

(Foto principal de Allan Mustard, fuente: Wikimedia Commonssin cambios)

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