Los soldados en las repúblicas centroasiáticas tienen que hacer frente a peligros peores que las balas enemigas. Episodios de acoso, novatadas, accidentes y presión psicológica son responsables de gran parte de las muertes entre los reclutas y soldados profesionales. Un problema que lleva décadas presente en las fuerzas armadas de Asia Central y que no tiene visos de desaparecer.
El 18 de agosto, un recluta de 19 años fue encontrado muerto de un disparo en el Instituto Militar de las Fuerzas Armadas de Kirguistán. En un primer momento se dijo que Syrgak Sabyrbekov se había suicidado pero dos días más tarde el comandante de la guardia fue arrestado acusado de haber matado al adolescente. El ministro de Defensa kirguizo fue entonces abroncado por el presidente Sadyr Japárov. La muerte de Sabyrbekov se trataba del último episodio de una serie de incidentes que habían tenido lugar a lo largo de verano en el ejército kirguizo. Estos incluían un suicidio ocurrido en julio y una paliza cuya grabación se hizo pública. Pero esto no es un problema nuevo, ni se limita solamente a Kirguistán.
Los ejércitos de todos los países de la región son conocidos por los malos tratos que sufren los soldados. Las palizas a los reclutas son algo que ocurre con inusitada frecuencia. En algunos casos, las víctimas terminan necesitando atención médica, mientras que en otros sufren daños irreparables. Hace seis años, el servicio kirguizo de RFE/RL informó sobre varios incidentes de esta naturaleza.
En las situaciones más extremas, los soldados mueren a consecuencia de las palizas. Eso fue lo que probablemente ocurrió con Asadbek Fayzullayev, un recluta uzbeko de 20 años que supuestamente murió ahogado en un canal de irrigación. Sin embargo, la familia vio fracturas y lesiones en su cuerpo, lo que hace indicar que fue golpeado y apunta a la agresión como la causa verdadera de la muerte. Es algo común que las autoridades traten de esconder los hechos recurriendo a tildar las muertes de “accidentes”.
El acoso sostenido fue también lo que probablemente mató a cinco reclutas y un cadete en diferentes incidentes en Turkmenistán en 2019. Más recientemente, esta primavera, otro soldado en Kazajstán fue asesinado. Estos casos son apenas una muestra apenas de la tragedia que todos los años acaba con la vida de jóvenes a manos de sus compañeros y superiores.
El hostigamiento no siempre deja cicatrices físicas. Pueden tomar también un cariz sexual. El servicio kazajo de RFE/RL informó a finales de agosto de un caso de acoso en el que la víctima fue una soldado. La carrera militar de Aighanym Elshibayeva tocó a su fin en mayo de este año después de que fuese dada de baja. Oficialmente, la razón detrás de su despido fue la incapacidad de Elshibayev de superar una prueba de combate. No obstante, ella sostiene que todo se debe a su rechazo a las insinuaciones sexuales de su comandante, que ella hizo saber a las autoridades militares competentes. El superior fue cambiado de destino, pero la soldado siguió siendo víctima de diferentes humillaciones, incluyendo una revisión médica invasiva.
Empujados a suicidio
Mientras que las novatadas y las palizas son la forma más directa de maltrato en las fuerzas armadas, la presión psicológica también puede tener un desenlace trágico. Desde finales de julio, dos soldados de la Guardia Nacional de Kazajstán se han quitado la vida. Estos sucesos se limitan solamente al verano.
En muchos casos, las autoridades culpan a los suicidios de muertes que podrían calificarse de “sospechosas”. Eso es lo que ocurrió en primer instancia con Sabyrbekov, aunque más tarde se produjo un arresto. En un incidente parecido, el 29 de julio Kalys Abdykabylov, de 18 años, fue encontrado muerto de un disparo cerca del pueblo kirguizo de Moldovanovka. Las autoridades dijeron que se había suicidado, algo que niega su hermano. También en territorio kirguizo, en abril del 2022 un soldado raso de 19 años kazajo apareció colgado al otro lado de la frontera. A pesar de la versión oficial, su familia cree que fue asesinado. En 2021, también en Kirguistán, otro recluta de 20 años murió en circunstancias todavía por esclarecer. Y la lista continúa. El suicido es un útil chivo expiatorio.
¿Por qué los jóvenes se quitan la vida? Según el viceministro de Defensa de Kazajstán, Darjan Ajmediyev, los problemas sociales, incluyendo préstamos por pagar, que sufren los reclutas al unirse al ejército “actúan cómo el detonante”. En lo que va de año, cuatro soldados se han suicidado en Kazajstán, admitió Ajmediyev, mientras que otros siete más trataron de quitarse la vida sin éxito.
Los factores mencionados por Ajmediyev pueden estar detrás de algunas de las muertes, pero la principal causa se encuentra dentro de las fuerzas armadas. Todo apunta a las novatadas. Eso fue lo ocurrido con un joven recluta tayiko en 2015, que fue hospitalizado tras dispararse al no poder aguantar el acoso de las novatadas al que era sometido.
Las novatadas son un fenómeno que forma parte de la cultura marcial en los ejércitos de Asia Central. Se trata de otra manifestación del autoritarismo que permea las sociedades centroasiáticas, empezando por la cúspide del poder político.
¿Qué hacen las autoridades al respecto? En algunos casos, aquellos declarados culpables de matar, dar una paliza o instigar la muerte de un recluta son arrestados y condenados a penas de prisión. Pero dichos castigos no cortan el problema de raíz. En 2014, grupos defensores de los derechos humanos en Tayikistán instaron al gobierno a compensar a las familias de aquellos reclutas que murieron a consecuencia de las novatadas. Pero no hay indicación que dicha petición fuese admitida.
Accidentes mortales
La negligencia es otra de las principales causas de muerte lejos de los campos de batalla en los ejércitos de la región. Este año, una explosión en la región occidental de Mangystau, en Kazajstán, dejó dos heridos. Un incidente similar en 2021 acabó con la vida de un recluta de la Guardia Nacional uzbeka.
Pero no todos los sucesos incluyen armas o explosivos. Más de 30 soldados murieron el año pasado en un accidente de tráfico cerca de la capital turkmena. “Los trozos de los cuerpos y los camiones se encontraban esparcidos por todos lados. Otros soldados estaban en shock […] había sangre por todas partes”, un testigo narró a RFE/RL.
La desatención a las medidas de seguridad, la falta de entrenamiento o el estado del material pueden citarse como factores en los accidentes. Pero, de una forma u otra, la negligencia es el verdadero culpable en dichos sucesos.
Reclutamiento forzado
Conscientes de los problemas de acosos, las condiciones, incluyendo la falta de comida, la corrupción y los posibles accidentes, no sorprende que los jóvenes centroasiáticos traten de escaparse del servicio militar. Este caso es más sangrante en dos de los países más autoritarios de la región: Tayikistán y Turkmenistán.
Usando métodos que recuerdan a la leva forzada llevada a cabo en el siglo XVIII por la Royal Navy británica, ambos países recurren a las emboscadas de agentes de paisano para atrapar a los futuros reclutas.
En Tayikistán, los hombres de entre 18 y 27 años son reclutados a la fuerza. En muchos casos son secuestrados de sus propias casas o lugares de trabajo. Aquellos con medios pueden librarse de los dos años de la mili pagando una multa de 25.000 somonis (unos 2.400$), una cantidad que pocos pueden permitirse.
Mientras tanto en Turkmenistán, los agentes se llevan a los estudiantes de los colegios en el mismo momento que terminan sus exámenes finales. Aquellos que logran evitar a los reclutadores en sus centros de estudio pueden todavía ser atrapados en sus hogares. No existe una multa oficial para evitar el servicio militar como en Tayikistán, pero ahí es donde entran los sobornos. Posponer la mili puede costar casi $6.000. Una vez que han sido alistados, las familias con medios económicos pueden pagar para que a sus hijos les destinen a unidades militares ‘seguras’. Los que no pueden permitirse los sobornos ven como la peligrosa frontera con Afganistán es un destino más que probable.
Al mismo tiempo que los gobierno de la región presumen de su nuevo armamento, ya sea Kirguistán y sus drones Bayraktar o Turkmenistán y su flamante corbeta, los reclutas de Asia Central tienen que hacer frente a la cultura del acoso y a las pobres condiciones que trágicamente acortan la vida de muchos de ellos. Esto ha sido así durante décadas y, desafortunadamente, todo hace indicar que seguirá ocurriendo en el futuro.