Cinco meses después de convertirse en el presidente de Kirguistán, Sadyr Japárov ha tenido que hacer frente a una crisis con Tayikistán. Tras una serie de declaraciones en marzo que contribuyeron a tensar las relaciones con los tayikos, Japárov no reaccionó con presteza cuando el conflicto fue a más y las tropas tayikas entraron en territorio kirguizo. Ahora está por ver si el presidente Japárov podrá reponerse de este revés.
Lo que el 28 abril parecía ser otro incidente fronterizo más entre Tayikistán y Kirguistán, al día siguiente se convirtió en un conflicto a gran escala cuando se involucraron las tropas de ambos países. Los tayikos reaccionaron los primeros, lo que hace que nos cuestionemos si hubo premeditación por su parte, y los kirguizos fueron avasallados. A consecuencia de ello, un número de pueblos cambió de manos, se destruyeron propiedades-, decenas de personas, en su mayoría civiles, perecieron y miles tuvieron que abandonar sus hogares.
Los hechos que tuvieron lugar a finales de abril y principios de mayo son la culminación parcial de una serie de intercambios verbales entre ambas naciones que comenzaron meses atrás. El 26 de marzo, el director del Comité Estatal para la Seguridad Nacional de Kirguistán, Kamchybek Tashiyev, declaró que Biskek estaba dispuesto a intercambiar territorio kirguizo por el enclave tayiko de Voruj. Esto fue visto desde la capital tayika como una afrenta. Días más tarde, el presidente tayiko visitó Voruj para tranquilizar a sus habitantes y asegurarles que no existía dicho plan.
Tashiyev es un político nacionalista conocido por sus salidas de tono que apela al sector nacionalista de la sociedad kirguiza pero que carece del tacto necesario para lidiar con temas delicados como las cuestiones fronterizas.
Las contradicciones de Tashiyev
Cuando el conflicto estalló Tashiyev estaba en paradero desconocido. Según fuentes oficiales, se encontraba en el extranjero recibiendo cuidados médicos. Sin embargo, no tardaron en circular rumores que le situaban en España, visitando a su hijo Emirjan, el cual juega el fútbol en el Levante, por su cumpleaños (el 29 de abril). Es preocupante tener al máximo responsable de la seguridad del país fuera de Kirguistán cuando se suceden estos hechos, pero es peor que se desconozca exactamente su localización.
El 2 de mayo, Tashiyev sorprendió a propios y extraños cuando, respondiendo a una pregunta de la prensa, dijo que “sabíamos hasta cierto punto que la situación en la frontera estaba empeorando. Tomamos las medidas necesarias”. Si estaban al tanto, ¿por qué se marchó al extranjero? ¿Fueron tomadas las “medidas necesarias” cuando la escala y rapidez de la ofensiva tayika sorprendió a las fuerzas kirguizas? Dichas declaraciones hace que emerjan más interrogantes.
El dilema de Japárov
El presidente de Kirguistán, Sadyr Japárov, lleva al frente del país cinco meses, aunque algo más en calidad de interino, y ha suspendido su primera gran prueba. Tras consolidarse en el poder, a Japárov le tocaba gobernar. Sin embargo, ha sido incapaz de estar superar el primer obstáculo con el que se ha topado. Hacer discursos populista es una cosa, gobernar y lidiar con situaciones complejas es otra muy diferente.
Japárov llegó al poder defendiendo una retórica populista, haciendo promesas que no podría cumplir. Se benefició del sentimiento nacionalista de parte de la sociedad, y ahora no puede satisfacerlo, como se pudo ver en Biskek el 1 de mayo. Ese día, cerca de 1.500 personas, en su mayoría hombres jóvenes, se manifestaron frente a la Casa Blanca pidiendo ser movilizados. “Estamos listos para defender la patria, danos armas”, rezaban algunos de los carteles que portaban. Un reducido grupo de ellos intentó entrar en el edificio a la fuerza, algo que evitaron otros manifestantes y la policía. Se trata de un aviso para Japárov de lo que podría estar por llegar si no es capaz de apaciguar el mismo nacionalismo al que ha dado alas durante su carrera política.
La crisis con Tayikistán ha puedo a Japárov contra la espada y la pared. Por un lado, para rebajar tensiones tendrá que llegar a un acuerdo con los tayikos. Pero por otro lado, si hace cualquier concesión, algo que tendrá que hacer antes o después, corre el riesgo de enfrentarse a los nacionalistas. ¿Qué hará? ¿Cómo venderá el acuerdo a sus bases? Nadie dijo que gobernar un país fuese una tarea fácil.
Era cuestión de tiempo que Japárov incumpliese sus promesas. La pandemia, la economía, la deuda kirguiza a China… La crisis podía venir de cualquiera de los frentes abiertos que tiene Kirguistán, pero finalmente ésta ha llegado por sorpresa. Japárov ha vivido su primer fracaso. La cuestión ahora es cuántos más tolerará el pueblo kirguizo.
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