Una sucesión de nombramientos ha tenido lugar en los últimos días en Uzbekistán tras la victoria de Shavkat Mirziyoyev en las elecciones presidenciales; Ministros, gobernadores y directores de entidades públicas han cambiado de trabajo. ¿Pero qué significa esto para el futuro del país?
El 24 de octubre, Shavkat Mirziyoyev revalidó su mandato al frente del país. El resultado de las elecciones, a las que no se pudo presentar la oposición, se conocía de antemano. Días más tarde, Mirziyoyev ideó una crisis de gobierno. Mientras que algunas de sus decisiones premian la lealtad de sus subordinados, otras hacen que se cuestionen, una vez más, las intenciones reformistas del gobierno.
Nuevos nombramientos
Ha habido varios cambios de personal. Al momento de escribir este artículo, tres han sido las carteras ministeriales que han cambiado de dueño. Behzod Musayev es ahora el nuevo ministro de Sanidad, sustituyendo a Abdujakim Jadjibayev. Sherzod Shermatov es ahora el ministro de Tecnologías de la Información y Comunicaciones, tomando el relevo de Shukrat Sadykov, y Bajtiyor Saidov es el ministro de Educación Pública en sustitución del propio Shermatov.
Estos nombramientos se esperaban desde hace tiempo. En estos tiempos de pandemia, el puesto de ministro de Sanidad es siempre inestable, no sólo en Uzbekistán. El predecesor de Musayev, Jadjibayev, llevaba al frente del ministerio desde noviembre del 2020, tras tres años como viceministro de Sanidad. En lo que es una clara degradación, Jadjibayev será ahora el vicepresidente de la Federación de Sindicatos.
Mientras tanto, el puesto de ministro de Tecnologías de la Información y Comunicaciones lleva vacante desde principios de noviembre, cuando el entonces ministro fue despedido tras el escándalo por el bloqueo de las redes sociales. Shermatov es considerado como un integrante del “equipo del presidente,” un grupo de funcionarios jóvenes y educados en el extranjero leales al presidente Mirziyoyev. El nuevo ministro de Sanidad también pertenece al mismo círculo. La sustitución de Sadykov con Shermatov dejó vacante el puesto de éste último, que ha ido a parar al embajador de Uzbekistán en China, Bajtiyor Saidov. Pero no sólo en los ministerios se han producido cambios.
Un puesto importante en Uzbekistán es el de gobernador regional, o hokim. Así pues, Murod Azimov se ha convertido en el nuevo gobernador de la provincia meridional de Kashkadaria, tomando el relevo de Zoyir Mirzayev. Hasta ahora, Azimov era el presidente del Comité de Aduanas. Al mismo tiempo, parece ser que Mirzayev será ascendido y será puesto al frente de la región de Tashkent. La persona que hasta ese momento ocupaba dicha posición, Davron Hidoyatov, ha sido degradado a gobernador de Chirchik.
Socavando la narrativa reformista en Uzbekistán
Un par de estos nombramientos deben preocuparnos. Se trata de Behzod Musayev (en la imagen, a la izquierda), nuevo minsitro de Sanidad, y Zoyir Mirzayev (en la imagen, a la derecha), nuevo gobernador de Tashkent.
Antes de convertirse en ministro, Musayev presidía el Comité de Impuestos Estatales, un órgano de reputación dudosa en un país con graves problemas de corrupción. Según Ozodlik, aunque Musayev tiene importantes conocimientos financieros y trae con él un destacable grado de profesionalismo, también juega un papel importante en las redes de corrupción a más alto nivel. Además, hace una década Musayev huyó a los Estados Unidos, donde recibió asilo político, para evitar ser juzgado por corrupción.
Luego tenemos el caso de Mirzayev. Los cargos del gobierno uzebko, especialmente aquellos cuya carrera se remonta a la presidencia de Islam Karímov, son conocidos por su autoritarismo y matonismo. Este fue el caso del antiguo gobernador de Fergana, Shuhrat Ganiyev, ahora viceprimer ministro. Zoyir Mirzayev no se queda atrás.
En el 2018, cuando Mirzayev era el viceprimer ministro responsable de la agricultura, se volvió viral muy a su pesar. Una imagen circuló en los medios en la que se podía ver a seis hombres siendo castigados dentro de una canal de irrigación con el agua llegándoles hasta las rodillas. ¿Su falta? Una mala cosecha. La persona responsable de dicha escena era Mirzayev, que les gritó “si no podéis regar el grano, os regaré yo a vosotros”, antes de ordenar a los campesinos a meterse en el canal. Más tarde, se hizo pública otra imagen en la que se veía a varios hombres forzados a llevar rocas en penitencia por el mal estado de sus campos. La tormenta mediática que siguió llevó al despido de Mirzayev por mandato del presidente. Pero un año más tarde, Mirzayev fue nombrado gobernador de Kashkadaria. Y ahora ha sido ascendido.
Los nombramientos de Musayev y Mirzayev ejemplifican los principales problemas en el gobierno que Mirziyoyev no ha solucionado desde que llegó al poder: la corrupción y el autoritarismo.
Aunque Musayev pueda tener buenos conocimientos técnicos, su principal activo es su lealtad al presidente, incluyendo su supuesto papel en redes de corrupción. Mirzayev por el otro lado es un ejemplo inmejorable de lo que no debería estar permitido en este “Nuevo Uzbekistán”: un matón de épocas pasadas. Pero, tal y como parte del discurso reformista es una fachada, lo mismo puede decirse de su despido en 2018, que se saldó con su vuelta a un cargo de relevancia una vez se calmaron las aguas.
El público extranjero no especializado puede estar, merecidamente, impresionado con la apertura del país en los últimos años y su papel destacado en las relaciones internacionales, con la ayuda inestimable de buenas campañas de relaciones públicas. Pero la narrativa empieza a resquebrajarse con acciones como los nuevos nombramientos, alejadas de los titulares en medios internacionales. Sólo una vez se aparte a los altos funcionarios corruptos y se despida permanentemente a los matones, será posible afirmar con convicción que Uzbekistán está en una senda verdaderamente reformista. Pero según pasa el tiempo, dicho momento no para alejarse más y más, como un elusivo espejismo que desaparece en las arenas del desierto de Kizilkum.